La recuperación después de un ictus es un proceso en el que el paciente requiere de mucho apoyo para poder recuperar o compensar funciones físicas y cognitivas.
La recuperación debe ser integral, es decir, no es sólo recobrar funciones motoras, sino también buscar el bienestar emocional y cognitivo. Es importante considerar al paciente en su totalidad, tomando en cuenta sus dimensiones físicas, psicológicas, mentales y espirituales.